Tal como os dije en el anterior post, voy a profundizar un poco en el tema de la anemia que sufrí.
Así, si alguna de vosotras pasa por lo mismo, pueda tener un poco de información, y no vaya a lo loco como yo.
En las analíticas del tercer trimestre me encontraron una anemia bastante fuerte.
La anemia en embarazadas, podemos decir que es algo normal.
En mi caso no era normal, por que en el análisis del primer trimestre tenia los niveles perfectos, y era una bajada muy repentina.
Hablando con la comadrona, llegamos a la conclusión que en parte, la culpa había sido mía de que me pasara eso.
Y digo lo de en parte, por que la culpa fue mía al comer mal, pero también considero que en general, sufrimos bastante desinformación.
Y es que como ya os conté en el post del primer trimestre, lo pase que no podía comer, por que no conseguía que me entrara nada, así que lo poco que comía, intentaba que fuera algo que me apeteciera.
El problema vino aquí.
No soy una persona que le apasione la carne, por lo que me limitaba a comer, pan, queso, patatas, huevos y algunas legumbres.
Es decir, a excepción de las legumbres y un poquito el huevo, el resto 0 hierro.
Eso se sumo a que ya con el embarazo se pierde bastante cantidad de hierro, ya que tenemos que suministrar un extra para el bebé y la placenta, cosa que hizo que estuviera rozando el limite.
En lugar de tomar el doble de cantidad de hierro que tomaba sin estar embarazada, hice lo contrario y lo reducí al mínimo.
Todo ello desembocó en que en cuanto descubrimos la anemia, tuve que doblar la ingesta de hierro de un día para otro mediante pastillas y alimentos altos en hierro.
Aquí entre las pautas que me dio la comadrona y lo que yo fui averiguando, descubrí algunas cosas interesantes y falsos mitos sobre los alimentos con hierro.
- La carne roja es la que contiene más hierro (la ternera por ejemplo).
- Las lentejas contienen hierro (y todas las legumbres), pero al ser de origen vegetal cuesta más absorberlo, por lo que para subir la ingesta, lo que más hace es la carne (no el típico plato de lentejas…)
- El huevo también contiene bastante hierro, pero es de difícil absorción, como las legumbres.
- El café y el té inhiben la ingesta de hierro.
- El cacao también…
- Los cereales inhiben el hierro.
- La leche y los lácteos son quelantes del hierro(inhiben la absorción de hierro) así que no se pueden mezclar en una misma comida. (bye bye café con leche después de comer…).
- Por el contrario la vitamina C potencia la absorción del hierro.
Es decir, no se pueden mezclar alimentos ricos en hierro con alimentos que lo inhiben en la misma comida, porque si no, no hacemos nada.
Siguiendo estos pasos, conseguí que en el siguiente análisis me subiera a niveles normales, pero el problema es que todo esto que os he dicho, tiene su parte mala, y me hizo que de nuevo pasara una mala etapa en el embarazo.
Os digo el porque.
Las embarazadas de por sí, suelen tener acidez y más en el tercer trimestre, ya que el útero va creciendo y ejerce presión sobre los intestinos y el estómago.
Eso hace que conforme avanza el embarazo, se desplacen los ácidos estomacales hacia el esófago.
Pues a eso hay que sumarle, que lo mismo que beneficia la subida de hierro, perjudica en todo lo referente a la acidez.
- La carne roja es difícil de digerir, las grasas que contiene también lo son, y nuestra digestión cada vez es más lenta. Mala combinación.
- Los cítricos, potencian la acidez de estomago. Y lo que te aconsejan para que absorbas bien el hierro es tomar las pastillas en ayunas y con un vaso de zumo de naranja….(aquí un truqui que me dijo la comadrona fue que substituyera la naranja por un kiwi por ejemplo que tiene mucha vitamina C)
- Los lácteos disminuyen la acidez de estomago, ya que forman una especie de balsa protectora en el estomago, que protege del reflujo.
Así que llego un punto que ya no sabia que comer.
Aquí creo que os podéis hacer una idea de hasta donde llegaban mis niveles de ardor de estómago, ya que en lugar de ponerle remedio, encima los potenciaba.
Llegó un momento que no podía ni dormir. Pasaba todo el día con ardor y cuando me tumbaba era todavía peor, y ni con todos los cojines del mundo se solucionaba.
Mi problema fue además, que me canse de comentárselo a la comadrona y no me hacia caso. Y esta claro que tenia que subir el hierro si o si, para no tener problemas en el parto.
Cuando fui a la ginecóloga se lo comente y se puso las manos en la cabeza al saber que no me estaba tomando nada para poderlo sobrellevar.
Sus palabras literales fueron » Que ahora lo que necesitaba era sobretodo descansar, y que no sabia como había aguantado hasta ese momento» ya que sabía todas las consecuencias que causaba la mayor ingesta de hierro.
Así que me recetó un protector de estomago para poder dormir por las noches y el típico Almax para el resto del día y volví a ser una persona medio normal.
Tener anemia en el embarazo puede parecer algo muy normal y común, pero quienes la hemos sufrido, sabemos todo lo que conlleva el padecerla, en tu vida diaria.
Y ya sin hablar de los peligros que reporta para el embarazo y el parto, si no se llega a unos niveles normales.
Espero que mi experiencia y averiguaciones sobre el tema, os puedan servir de ayuda si pasáis por lo mismo, y os hagan el embarazo más llevadero.
Y sobretodo, si no os hacen caso, insistid.
Yo tuve la suerte que al tener anemia, paso a controlarme la ginecóloga y todo cambio, pero si no es así, pedid que os cambien a la persona que os lleva y no dejéis que os traten como un número más.